El neuropsicólogo ayuda al paciente a comprender la relación entre los aspectos psicológicos y el problema que se desea tratar (por ejemplo, el dolor), con el fin de eliminar los pensamientos, conductas y emociones que incrementan su sufrimiento y agravan los síntomas. Habitualmente, el terapeuta enseña al paciente a ejecutar técnicas que alivian el síntoma (en el caso del dolor pueden ser ejercicios de relajación y respiración, imaginación guiada, autohipnosis, etc), y a reconocer y corregir las distorsiones cognitivas y las emociones desagradables; luego, planea una serie de actividades reforzantes de las conductas positivas (en el caso del dolor pueden ser el ejercicio, la higiene postural, el uso racional de analgésicos, y medios físicos, etc). Al finalizar el tratamiento, se enseñan estrategias para evitar, reconocer y afrontar las recaídas. Habitualmente se programa una sesión semanal y un paciente suele requerir entre 5 y 20 sesiones para completar el tratamiento.