Procedimientos intervencionistas para el alivio del dolor

Tienen como propósito identificar la estructura anatómica que puede estar generando o perpetuando el dolor (diagnóstico) o de obtener un alivio significativo del dolor (terapéutico).

Consisten en colocar la punta de una aguja muy cerca de la estructura anatómica que posiblemente está generando  o transmitiendo la sensación dolorosa, para luego realizar una o varias de las siguientes acciones, según el caso:

Inyectar un medicamentos antinflamatorio y analgésicos.  Si los medicamentos se inyectan en un músculo,  una articulación, un tendón o un ligamento, habitualmente se denomina infiltración.  Si los medicamentos se inyectan en proximidad de un tejido nervioso, se les llama bloqueo.

Aplicar ondas de energía no ionizante (radiofrecuencia pulsada) con el fin de modular la transmisión de la sensación dolorosa.

Aplicar una sustancia química (neurolítico) o una onda electromagnética para generar altas temperaturas (radiofrecuencia continua), con el fin de lesionar las estructuras nerviosas  involucradas en la génesis o en la trasmisión de la sensación dolorosa (neuroablasión).

Insertar dispositivos que permitan infundir sustancias terapéuticas o aplicar campos electromagnéticos de manera continuada durante largo tiempo.

Son ordenados por el médico tratante y ejecutados por un  anestesiólogo especialista algesiología y cuidados paliativos. Habitualmente, no ameritan anestesia ni hospitalización, duran pocos minutos, causan mínimas molestias, tienen un bajo riesgo de complicaciones y se recomienda reposo por 1-3 días.